sábado, 27 de octubre de 2012


Lingüísticamente Viviendo

Al nacer,
somos para todos un signo de admiración.

En nuestra juventud,
somos una continua interrogación.

Vivimos y punto y coma,
que si no comes, te mueres.

Envejecemos y somos punto… y aparte.
Y cuando morimos,
somos en la boca de todos, 
de nuevo,
un signo de admiración.

¡Qué ironía!

No hay comentarios:

Publicar un comentario