jueves, 28 de febrero de 2013

A MIS GENTES DEL SUR de mi primera anPresentación enCO´rdobatología



 ¿Qué Sabe Nadie?

No me quisiera ir de aquí,
desde donde el azahar no huela,
sin sentir el frescor del arroyo ni el río.

No me quiero morir
lejos de las encinas que me hablan,
donde el rocío de la mañana es sólo Rocío.
¿Qué sabe nadie de unas tardes al sol
en silla de enea, que buscan las sombras?
¿Qué sabe nadie de unas buenas tardes bien dás,
de ojos que te miran mientras hablan,
y en silencio, su voz sigue siendo escuchada?
¿Qué sabe nadie de migas,
de  poleá y de torrijas,
del incienso, de ganado libre, de marisma;
de seis niñas en la caja,
que te llevan y te traen y te clavan;
qué sabe nadie de la guitarra?
¿Del amargor del lentisco, del guarnizo,
del bayunco, de la jara,
del peligro de la llama en la aulaga;
de palomas sueltas, de la abubilla,
del abejaruco y del cucú, que nunca se cansa?
  
¿Qué sabe nadie de la cultura del café migao,
de la gloria con los pies en la tierra,
de las cosas, del cortijo, del arroyo,
del árbol y hasta del sol,
cada una, como a conciencia puesta en su sitio?

¿De oles bien marcaos,
de adiós, que no lo son,
de cancelas abiertas de par en par;
de un, -¿se puede?,-
o de un -¡hasta el corral,-
qué sabe nadie
si así en  ningún lado se sabe contestar?

¿De un amigo, amigo,
de manos bien apretás,
o de manos haciéndole nudos al aire, al bailar,
y luego el aire, no se puede soltar?

¿De un buen compás, y vuelta al yugo,
pero al yugo, yugo,
yugo de manos encallás
del cante entre las ramas del frío olivo,
con las manos acartonás,
del yugo gordo, pero yugo gordo,
y en la cara una sonrisa plantá?
¿Qué sabe nadie de por qué de una siesta bien echá?
¿Qué sabe nadie el ser feliz?
¿De mujeres guapas, de pelo moreno,
largo y suelto,
y de envidias al aire porque lo pueden rozar?

¿Qué sabe nadie de los sabores,
de los olores, de los colores;
de un huevo frito, de gallina, gallina;
de un tostón compartido,
a lo que sabe, y lo que sabe,
un puchero con hierbabuena,
un gazpacho bien majao,
un tomate na más con sal,
con un grillo dando el compás…?

¿O del silencio?
¿Qué sabe nadie del blanco o del verde,
de libertades que nadie nos puede marcar,
de caminitos estrechos, de caminitos sobre la arena,
de los niños que parecen niños,
porque niños son;
jugando con sus barquitos,
trocitos de maderas,
que sin ser barquitos, barquitos son?

¿Qué sabe nadie del sol clavándose en el agua,
de noches de estrellas,
de raíces gordas y profundas,
de fusión, de inmigrantes, de bambalinas,
de guantaítas en las espaldas bien dás?

¿Del amor a la torre,
del saber ser y estar,
del respeto a sus mayores,
del - pase usted primero -,
del roete bien hecho
en un bendito pelito de nieve?

¿Qué sabe nadie del clan, clan,
de la butaca de la abuela,
acunando el niño para que se duerma
mientras le canta?:

-¡Duérmete niño! ¿Quién te ha pegao?-
Clan, clan
-Que tienes los ojitos de haber llorao.-

Y al niño que le canta
la abuela le dice:
-¡Hasta mañana, si Dios quiere!,-
besándole la blanca frente.

¿Qué sabe nadie?
¿Qué sabe nadie,
y hablan y hablan y hablan…?
¡No saben nada!
¿Qué sabe nadie,
¡maldita sea!,
de las cosas de mis gentes del sur?



Presentación en Córdoba de la Segunda Edición
de mi Primera Antología "La Cazuela de La Espartaría"

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