¡Asín eres, sí señor!
Y ahora cogen y te llevan y nos dejas
y además no se sabe a quién
podemos presentar nuestras quejas.
¿!En qué buhío te has metío!?
¡Sí! ¡Ya!,
tirititritrín
y ay tirititrín
querriquiliquitín
¡pin tan!
trintrón
tran tran tran tran tran trá;
tan tran tan traaaán…
¡No te voy a entender,
si más claro ya no se puede hablar!
¿Pero cómo te lo puedo explicar?
¿A ver cómo te vas a enterar,
que esto, que tú decías,
sin tu presencia, no es, ni vale na?
Quiero que sepas, Juan Miguel,
que la seguiriya llora por ti
como si fuera una chiquilla,
que la soleá por tu ausencia
se siente más sola que antes,
que las malagueñas vienen por Cai
por si te encuentran,
que las tonás se hacen las mudas y no suenan,
que las cantiñas han perdío su alegría
y el tanguillo sigue esperándote
en la entrada de tu puerta, por si volvieras…
¡Todo el flamenco te busca, payo!
¡El barrio de Santa María
te está haciendo una cuna nueva
y en Sevilla, el Giraldillo,
en la noche oscura,
cuando nadie lo ve,
se va pa Triana
y te hace compás por tangostientos
sobre los hierros del puente
esperando que tus quejíos
los traiga río arriba la corriente!
¡Gritan los colmaos y los tablaos
y las guitarras y las palmas y el baile
y la risa se está volviendo loca,
porque no vienes a verla...!
Y yo, aquí ando,
buscando un cartero
para que te lleve este lamento nuestro
y que sepas ¡qué!,
y cuánto se te echa de menos.
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