miércoles, 5 de octubre de 2011

ROMANCE ETERNO DE CADIZ CON SUS VIENTOS


Los vientos se me están arremolinando
en torno a ellos y a mí,
no encuentran el camino.
Las mareas se me precipitan a favor.
Necesito a las mareas,
pero estoy esperándome,
me estoy dispuesto a enseñarme
a desenredar a los vientos.
A veces intento dejar de hacerlo,
pero acto seguido recuerdo
que los vientos cambian;
los añoro soplando en mis espaldas
y las plantas de mis pies;
es entonces cuando adapto
la decisión de seguir ahí,
esperando a que sople a nuestro favor.
Si siguen demasiado tiempo
soplando y enredando,
partirán irremediablemente
las velas de lo construido,
y sin velas,
en el mar del amor,
no se puede navegar,
a no ser que el viento
aprenda a remar.
Yo, por si hiciera falta,
estoy construyendo dos remos,
uno para los vientos
y otro para mí…

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